lunes, 16 de marzo de 2015

Gota



¿Qué es la gota?
El ácido úrico es un producto de deshecho procedente de la descomposición de unas sustancias llamadas purinas, que se encuentra normalmente en pequeñas cantidades en la orina. Si se presenta un exceso de ácido úrico en el organismo, este puede acumularse en distintas partes del cuerpo como las articulaciones, los riñones, o los tejidos blandos. Si se acumula en las articulaciones, concretamente en el líquido sinovial, se produce la formación de cristales de ácido úrico, que son los responsables de la inflamación y la hinchazón. Es importante aclarar que un individuo con hiperuricemia(niveles elevados de ácido úrico en sangre) no tiene por qué desarrollar necesariamente la enfermedad de la gota.
Los puntos que se ven afectados con mayor frecuencia por este tipo de artritis son las zonas inferiores del cuerpo, tobillos, pies (sobre todo los dedos gordos) y rodillas, pero también ataca a manos y muñecas.

Causas de la gota

El hecho de que el organismo presente un aumento de ácido úrico puede deberse a dos circunstancias; o bien el propio cuerpo genera un exceso del compuesto, o bien no tiene capacidad para eliminarlo correctamente, es decir, existe algún fallo a nivel renal.
La gota es una enfermedad que históricamente se ha relacionado con las clases adineradas, altos mandatarios y reyes; esto se debe a que determinados alimentos, que normalmente solo se encontraban a disposición de unos pocos (que con frecuencia solían abusar de su consumo), aumentan el riesgo de padecer la enfermedad. Esto no quiere decir que todos aquellos que consuman estos productos padecerán gota en un futuro, ni siquiera la presencia de niveles elevados de ácido úrico en sangre resulta determinante para padecerla.
Existe un factor hereditario, de modo que los individuos con predisposición genética deben cuidarse especialmente a la hora de cometer excesos con alimentos como marisco, carnes rojas, carne de cerdo, determinados pescados, etcétera. Todos estos alimentos tienen la característica común de ser ricos en purinas; estas, al ser metabolizadas por el organismo, dan lugar al ácido úrico. También el abuso del alcohol y el consumo de algunos medicamentos, como ciertos diuréticos, suponen un elevado riesgo para estas personas.
Es relativamente frecuente que personas que padecen ciertas enfermedades crónicasdesarrollen también gota. Algunas de las patologías más comúnmente relacionadas con esta dolencia son la obesidad, la diabetes, la hiperlipemia (aumento de grasa en la sangre), los trastornos renales, la leucemia y ciertos tipos de anemia. Los hombres, por lo general, son más susceptibles a padecer la enfermedad; en el caso de las mujeres, la gota tiende a aparecer sobre todo tras la menopausia.


Síntomas de la gota

Podríamos diferenciar tres fases en la aparición de la gota:
La primera, completamente asintomática, correspondería alaumento de ácido úrico en sangre.
A continuación se produce la formación de cristales en las articulaciones, que dará lugar al síntoma más característico de la gota, conocido como ataque agudo de gota. Como su nombre indica, este ataque tiende a presentarse de forma repentina, afectando a una o varias articulaciones. El enfermo sufre un dolor muy intenso, que normalmente comienza durante la noche, y que cede al cabo de los días o las semanas. Externamente, la piel aparece caliente y enrojecida y es extremadamente sensible al tacto (puede llegar a resultar molesto el roce de la sabana o cualquier otro contacto físico). Como síntoma secundario, en ocasiones puede aparecer fiebre.
La tercera fase sería la cronificación de la enfermedad, denominada artritis gotosa. Esto ocurre cuando se da la repetición de los ataques, lo cual puede suceder mucho tiempo después del primero de estos. La reaparición de los síntomas de la gota suele ser más prolongada en el tiempo, y normalmente afecta a un mayor número de articulaciones que el ataque agudo. Una vez superado el ataque, los síntomas desaparecen por completo, al menos al inicio de la enfermedad, ya que a medida que esta se cronifica y los ataques comienzan a repetirse, el tiempo que transcurre entre un episodio y el siguiente va disminuyendo y quedan molestias en la zona afectada.

Síntomas recurrentes de la gota y complicaciones

El hecho de que una persona haya sufrido un ataque de gota no quiere decir que necesariamente vaya a sufrir más. Sí es cierto que existe una tasa bastante alta de recurrencias; aproximadamente el 50% de las personas que han sufrido una primera reacción sufrirán otras en el futuro. Las consecuencias de una artritis gotosa crónica pueden ser: la deformación de las articulaciones, la pérdida de movilidad en las mismas y la presencia prácticamente continua de dolor.
En los casos en los que la gota se haya prolongado durante muchos años es común la aparición de tofos; estos son protuberancias que se forman alrededor de la articulación como resultado de la acumulación progresiva de unos cristales sobre otros. Estas formaciones son indoloras, pero pueden llegar a ulcerarse o fistulizar (formarse una fístula) dejando salir una sustancia blanquecina (cristales de urato). Los tofos se localizan por lo general en codos, articulaciones de las manos, tendón de Aquiles y en el pabellón articular.
Además del cuadro clínico típico, existen numerosas complicaciones asociadas a la gota. Es muy común que los pacientes gotosos presenten signos de disfunción renal, alteraciones vasculares de riñón y cólicos renales, estos últimos debidos a la eliminación de los cristales de ácido úrico en forma de piedras. También están estrechamente relacionados con este tipo de artritis los trastornos cardiovasculares y la hipertensión.

Diagnóstico de gota

El paciente que acude a la consulta normalmente lo hará porque ya ha sufrido un ataque de gota. La descripción de los síntomas y el historial clínico y familiar del individuo encaminarán rápidamente al médico hacia el diagnóstico de gota correcto. Deberá tenerse en cuenta el punto donde ha surgido el ataque (recordemos que lo más común es que se produzca en el dedo gordo del pie), si se ha producido o no más de uno, y si se han visto afectadas una o más articulaciones.
Además de los signos que el facultativo observará a simple vista, deberán realizarse una serie de pruebas destinadas a confirmar el diagnóstico:
  • Análisis de líquido sinovial: para realizar esta prueba es necesario extraer el líquido de la articulación. Una vez extraído se comprobará de forma rutinaria su color y claridad; un líquido normal debe ser prácticamente transparente y nada turbio. A continuación se observará bajo el microscopio; en caso de que la muestra pertenezca a un paciente con gota, podrán apreciarse los cristales de ácido úrico.
  • Niveles de ácido úrico en sangre: este es uno de los análisis que junto a otros ayudarán a determinar el origen de la dolencia. Debemos recordar que la presencia de hiperuricemia no es por sí sola indicativa de la enfermedad.
  • Niveles de ácido úrico en orina.
  • Radiografía de la articulación: la lesión producida por la enfermedad, en algunos casos puede ser detectada con una radiografía (no siempre). Lo que principalmente podrá observarse mediante esta técnica es la aparición de tofos.
  • Biopsia sinovial: consiste en la toma de una muestra de tejido de la articulación, concretamente de la membrana que la recubre, la membrana sinovial.
  • Respuesta a la administración de colchicina: la colchicina es un compuesto antiinflamatorio. La respuesta positiva del paciente frente a esta sustancia es considerada como prueba diagnóstica.
                                                                                        

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